Yoli y Héctor, un Sí a la vida

Yoli y Héctor, un Sí a la vida

«Durante cuánto tiempo se puede buscar la felicidad. Durante cuánto tiempo se puede mantener. En medio de un mundo que parece querer derrumbarse sobre nuestros pies, parece lo más difícil, casi heroico. Amarse es cosa de héroes. En realidad, siempre lo ha sido. Amar es dar, es darse, entregarse. Esa palabra es inmensa, hay que pensarla bien durante unos minutos o, tal vez, unos siglos. Entregarse.

Entregarse es querer perderse entre su piel, aunque el tiempo pase, aunque nuevos pliegues hagan más complejo el ya conocido camino. Entregarse es quitarse el disfraz, deprenderse de la careta, ser, de la forma más auténtica y real posible, frente al otro. Puede que ese acto, en apariencia sencillo, constituya el mayor gesto posible de valentía, al menos de confianza. Pero no de confianza en el otro, sino de la compleja, de confianza en uno mismo, porque para dejarse caer hay que saber cuan dura puedes soportar la caída.

Entregarse es llorar y reír, es levantarse y volverse a caer, es sentir al unísono, sin estar presentes, es dejarse mecer por el tiempo, por las placenteras olas de un hogar acunado por la paz de saberse en casa.

Entregarse en construir a cuatro manos la vida, por muy diferente que puedan parecer los caminos, porque en el fondo no lo son tanto. En el fondo todos buscamos lo mismo, entender y ser entendidos, mejor sin palabras. Ese momento en el que basta una mirada para saber que el café está caliente o que se enfrían los pies. Esa mirada que percibe un dolor dormido, o una risa floreciente. Ese tipo de mirada solo nace de la más absoluta de las entregas.

Si, entregarse es de valientes, es desnudar el alma, el cuerpo desnudo no cuenta, se marchitará, es decrépito, es su naturaleza. El alma es otra cosa, no merma, al contrario, crece, el tiempo y la vida la alimentan. Cada piedra, cada golpe, cada alegría, cada risa, cada llanto, cada agonía, cada nuevo amanecer, la nutren, la engordan y le dan forma. Cada año el alma es más sabia y mayor es su valor. Es nuestro bien más preciado. Y entregarse es entregarla, al menos, compartirla, sin mentiras, sin censuras, al descubierto, con toda su belleza, a pesar de sus cicatrices, de sus humanas miserias.

Entregarse, es dejarse mirar por dentro, de verdad. Inevitablemente surge una pregunta, ¿por qué?, ¿por qué correr el riesgo de exponerse, de perder el alma por el camino?, ¿no será más fácil quedarse quieto, en soledad? La respuesta es simple y rotunda, y lleva nombre propio. Nada engrandece más ese alma que el Amor, es su mayor y más rico alimento. Escaso, complejo, difícil, como si fuera una exquisita planta de poderes curativos, una planta a punto de desaparecer en medio de un mundo que ya no presta atención a lo que pasa dentro, que se queda fuera, que parece no tener valor para correr el más bello de los riesgos, enamorarse, entregarse y, quedarse.

El maravilloso riesgo de sentir hervir la sangre, de dudar entre si amar es vivir o morir, de lo mucho que duele, porque amar mucho duele. Ese tipo de dolor que se siente al contemplar una hermosura que de tan grande que es parece sobrepasar lo humano. Es dolor a perder lo que se siente, a que se rompa en cualquier momento ese estado de gracia en el que sí, la vida tiene sentido. Entregarse es pues, la única manera real de sentir y sentirse. Amar es pues, vivir.»

Eva Villamar – maquilladora que escribe

 

Ellos son uno, lo se porque nos he visto juntos, los he visto mirarse, y no necesito ver más. El amor que cultivan lo reparten, generosos y llenos de vida y ganas de vivirla. Merecen todo lo bueno que este mundo sea capaz de ofrecerles. Pero se, que si este mundo se les queda pequeño, sabrán construir el suyo propio, uno en el que poder respirar las alegrías que tejen entre sus dedos cada día.

Yoli, mi Yoli. Gracias, hermosa y valiente mujer, por compartir conmigo tanto, y por seguir compartiéndolo. Nuestro querido Gorka me lo ha puesto complicado para elegir de entre tantas imágenes que tenemos juntas, me he quedado con éstas, aunque para mí, la más importante no va en este post, con tu permiso me la guardo para el siguiente (entenderás cuando lo leas). Tienes, tenéis, un hueco en mi corazón. Gracias infinitas por ser así.

Cuidamos de ellos:

Eva Villamar

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