La belleza siempre es natural
Una editorial, una misma modelo y dos estilos. Cuando tengo el privilegio de trabajar con Marcos Moure, se que puedo hacer lo que quiera, porque él va a entender el mensaje y, sobre todo, va a saber atraparlo en su cámara con el mayor realismo posible, sublimando hasta el más pequeño detalle. Nos decidimos por Anabel por su fisonomía, si, pero por encima de todo, porque sabe mirar al objetivo sin miedo, y es capaz de lograr que la primera imagen sea igual de buena que última. Ahora venía lo mejor, a divertirse.
Para el primer look de Anabel, tenía claro que para su maquillaje jugaría con tonalidades frías, con texturas metálicas, en contraste con el cálido de su cabello, para crear una imagen de un peculiar romanticismo, más cercana a las primeras décadas del siglo pasado. Su peinado, un recogido lleno de texturas ensortijadas, trenzas a medio hacer y abalorios dorados colados en el medio de mechones caprichosos. El contraste entre un maquillaje recién construido y un cabello deshecho. Como si una hermosa mujer se despertase de su siesta, antes de vestirse para la cena de esa noche. La almohada habría despeinado su recogido, mientras que su maquillaje permanecería intacto. Creando así un universo particular, entre lo sofisticado y lo casual, femenino y privado.
Las imágenes resultantes de Marcos Moure son una obra de arte en cada detalle. El gesto, la luz, el encuadre, el exquisito retoque del que tanto se abusa, y mal, en estos tiempos. Él tiene la maravillosa habilidad de robar los defectos y ensalzar las virtudes, manteniendo la naturalidad, conservando los rasgos y las texturas. Un verdadero lujo. Pasen y vean:
El segundo look nace de un único color: Mocha Mousse. La idea de reinterpretar una tendencia, de conseguir integrar una sola tonalidad sin perder matices, sin sacrificar volúmenes. Aliada con mis paletas de neutrales mates, dibujé un ahumado en un desfile de marrones que se superponían en capas suaves. Para la piel, la base de maquillaje se daba la mano de los bronceadores en todas sus texturas y formas, hasta definir sus pómulos desde el difuminado, hace tiempo que descubrí que las líneas rectas no me gustan en el maquillaje, tal vez porque van en contra de los rasgos naturales. Y su boca, caramelo, por supuesto, en color y acabado.
Su peinado esta vez sería de acabado pulido. Dos trenzas en espiga enroscadas sobre si mismas hasta crear un moño de inspiración bailarina. Un peinado que, con el paso de las horas, se podría soltar, para dar paso a una melena ondulada por el mar. En este caso, las fotografía de Marcos Moure resultaron sencillamente perfectas. Anabel, sublime. Y cuando una imagen es perfecta, no necesitas más que eso, una imagen, para contar toda la historia y contarla bien.
Mi idea del maquillaje es clara y sencilla: la belleza de la mujer. Sin modificar sus rasgos, al contrario, sacando todo su potencial. Tan solo hay que observar y estudiar dónde colocar el foco de atención. Preparar la piel acorde a cada cuadro cutáneo, para que luzca bonita y jugosa, el grado de luz es tan solo un acabado, la textura ha de ser perfecta, siempre. Porque a menudo se confunden la textura de la piel con su acabado. En esta sesión tenemos dos pieles, una con acabado muy luminoso y la otra con acabado mate natural, pero ambas comparten textura jugosa, aterciopelada y unificada. En resumen, una piel bonita.
A partir de aquí el maquillaje puede volverse todo lo divertido que se quiera, pero para mi la clave está en que no se convierta en un disfraz, y mucho menos en una disfraz que te otorgue una seguridad y un amor propios que tienes que poder defender a cara lavada. Con o sin maquillaje sigues siendo tú misma, el maquillaje solo pone color a lo que ya tienes, a lo que ya eres y te define, tu propia belleza. La versión que quieras mostrar es parte del juego.
Eva Villamar – Maquilladora que escribe
- Fotografía: Marcos Moure
- Maquillaje y Peinado: Eva Villamar
- Modelo: Anabel Castro
