Tamara, entre mis pinceles y Gimena Berenguer

Ya son bastantes años los que llevo caminado entre pinceles y cepillos, mis fieles compañeros de viaje. Son muchos los momentos, muchas las personas y muchas, las cámaras. Cámaras de fotos que puedo ver en acción desde el minuto cero, pasando por la edición, la post producción, hasta llegar al resultado final. Maneras diferentes de encarar un mismo tipo de trabajo, da igual el sector, Bodas, Publicidad, Moda,…. Hoy, la cosa va de una modelo frente a una cámara en particular, color y luz. Comencemos:

  • E: PARA TI, ¿ES MUY DIFERENTE UN TRABAJO DE FOTOGRAFÍA DE BODAS QUE UNO DE RETRATO, POR EJEMPLO, COMO ESTE QUE PRESENTAMOS HOY?
  • G: Efectivamente, son trabajos muy diferentes. La fotografía de Boda es puro reportaje, de principio a fin, porque se trata de ir capturando todo lo que va sucediendo, con total naturalidad. Mis medios son la luz natural, hay que saber jugar con ella según la hora del día, la climatología, el espacio, ahí en ocasiones recurro a un sencillo flash de mano. No tienes tiempo para decidir como vas a hacer cada foto. Es cierto que la experiencia y la formación ayudan a que la improvisación se desarrolle, por supuesto. En una sesión de estudio, como las fotografías de hoy, sucede todo lo contrario, porque tienes el control sobre todo, incluido el tiempo. Puedo jugar con luces, crear sombras, el fondo, conseguir la postura que estoy buscando en la modelo. Son campos diferentes, pero en el fondo se trata de buscar la belleza.

Todo es distinto. El material escogido, las luces que van a ser empleadas, en realidad sería más correcto hablar del uso que se va a hacer de la luz, y mil detalles más. Pero en el fondo todo se reduce a una manera diferente de situarse frente a la realidad, una forma diferente de ver. Una visión especial, un instinto innato que se va forjando con la experiencia.

  • E: ¿CUALES FUERON TUS PRIMEROS TRABAJOS?
  • G: (Se ríe) Me estás haciendo retroceder bastantes años, porque llevo más vida con cámara que sin ella. Hablamos de 1992. Yo estaba todavía en la Escuela, en el Centro de estudios de del Vídeo y la Imagen, en Madrid, y uno de mis profesores me tomó como ayudante suya, Pedro López, un señor fotógrafo, especializado en publicidad con quién aprendí muchísimo. Casi todos los trabajos que hacíamos eran de estudio. Poco tiempo después de salir de la Escuela comencé a trabajar en Prensa, pero procuraba trabajar al lado de Pedro siempre que era posible, porque hay que procurar rodearse de los mejores para continuar aprendiendo.

Y se van sumando los años y el trabajo. Y apenas hacen falta disparos para conseguir una instantánea perfecta, porque antes de apretar ese disparador la fotografía ya ha sido dibujada en la mente. Si, aquí noto una gran diferencia (con maravillosas excepciones), la vieja escuela educada en el mundo analógico, ese que no entiende de errores, porque un señor discreto llamado carrete pone un límite al número de fotografías, así que tienen que salir bien.

  • E: SI ES QUE SE PUEDE ELEGIR, ¿FOTOGRAFÍA ANALÓGICA O DIGITAL?
  • G: No sabría que responder, porque cada una tiene sus cualidades. Me pasé media vida felizmente encerrada en un laboratorio revelando mis carretes, aprendí con la fotografía analógica. Supongo que es algo así como un vinilo, tienen un “no sé qué” muy especial. Aunque tengo que admitir la comodidad y economía del formato digital, además es más rápido, y hoy en día los clientes, empresa o particular, quieren esa rapidez. Sin olvidarnos del factor ecológico, un aspecto muy importante en mis ideales de vida.

Pero sobre todo tiene que haber pasión, pasión real no fingida. Ese hormigueo que no se detiene, que se adueña por completo de unos ojos curiosos que han visto algo que necesita ser inmortalizado, con lo que tengan a mano, cámara carísima, desechable, un móvil, lo que sea, porque la pasión hace esas cosas, no entiende de tiempos de espera o descanso, pide ser alimentada a todas horas.

  • E: SIEMPRE ME HA SORPRENDIDO LA RAPIDEZ CON LA QUE VES LA IMAGEN, ¿SE APRENDE O SE SIENTE?
  • G: Las dos, se aprende primero y se siente siempre. Es cierto que cuando estoy delante de la cámara por trabajo recurro más al aspecto técnico porque no me puedo permitir el más mínimo error, es un trabajo. Pero cuando fotografía por puro placer, entonces es sentimiento porque no le pongo freno ni límites, me dejo llevar y aún hoy no sé si hago yo las fotos o las fotos me hacen a mí.

Ver la luz dónde parece que no existe, jugar con ella hasta convertirla en aliada cuando puede ser la peor enemiga. Ser profesional de la fotografía es poseer un alma inquieta que percibe la belleza de la vida dónde los demás mortales no vemos nada más que lo habitual. Es un arte. Y lo es porque estamos hablando de emociones, de atrapar una risa, de encontrar una mirada, de conservar para siempre un instante irrepetible. Y el arte no es otra cosa que el lenguaje de las emociones.

  • E: ¿SE PUEDE HABLAR DE FOTOGRAFÍA ARTÍSTICA COMO UNA RAMA DIFERENTE DENTRO DE LA PROFESIÓN?
  • G: Por supuesto, la fotografía es puro arte, lo sabes cuando estás delante de obras de los grandes Fotograf@s de la historia. Yo no me considero artista, para nada, simplemente soy fotógrafa desde siempre, tengo la fortuna de haber aprendido un oficio que me apasiona y lo mejor, la inmensa suerte de haber vivido siempre haciendo lo que más me gusta.

Para mi fortuna, disfruto al máximo trabajando al lado de grandes de la fotografía. A lo largo de mis años como maquilladora profesional ya os he hablado de varios de estos grandes (no imagináis el orgullo que siento al mirar mis trabajos fotografiados por esta lista de genios). Hoy le toca el turno a ella, en realidad ya lleva un ratito hablando, es Gimena, Gimena Berenguer, quién está respondiendo a mis preguntas. Un nombre especial para una mujer singular, en todos los sentidos, con una sensibilidad que le revienta las venas por momentos, su generosidad no tiene freno, para bien y para mal suyo, lo da todo, trabajando lo entrega todo, porque su exigencia es máxima, sin darse cuenta, es la pasión de la que os hablaba antes.

  • E: TE CONSIDERO UNA FOTÓGRAFA MUY PERFECCIONISTA, ¿ME EQUIVOCO?
  • G: (Se ríe mucho) ¿Perfeccionista yo?, ¡para nada!, lo que soy es maniática. Pero es que tiene que ser así, porque si te saltas alguno de los pasos que hay que seguir para hacer una foto, sencillamente, la foto no va a salir. Todo esto se nota más en analógico, no hay opción a equivocarse. Pero incluso en digital, teniendo más disparos, más margen de error por así decirlo, puedes perder un trabajo entero simplemente por sacar mal una tarjeta de la cámara. Son aspectos técnicos pero también estéticos, una colocación adecuada, tomarse tiempo en conseguirla es asegurar el resultado, por ejemplo.

Este trabajo que aquí os mostramos es muy especial. Tamara nos permitió libertad, nos permitió jugar con el color y las luces. Mi trabajo de maquillaje se desdobló, siempre que puedo me encanta mostrar dos caras de una misma mujer.

TAMARA EN AZUL. Los pigmentos liberados, los ojos inyectados en polvos de diferentes texturas en una misma temperatura de color. Lo que teníamos claro es que tenían que notarse esas texturas reales, escapando de filtros que mienten demasiado, que degradan hasta lo imposible, hasta el punto de que ese maquillaje no es real, de que esa mujer deja de ser real. Como siempre para mí, una piel de base pulida y llena de luz, pómulo y más luz.

  • E: ¿CUANTA IMPORTANCIA LE DAS AL TRABAJO DE POST PRODUCCIÓN O RETOQUE? 
  • G: Cada trabajo es diferente y requiere distintos procesos. Es cierto que, cada día, me gustan más las fotografías naturales, que dejen libres las mal llamadas imperfecciones, que no son otra cosa que las marcas de la vida. Sin embargo, cierta clase de trabajos requieren retocar, sobre todo cuando el protagonismo se lo tiene que llevar un producto o una persona.

TAMARA EN ROSA. Dulzura, feminidad sutil, un peinado que tenía en mi mente y pude materializar entre rubios mechones y, como me gusta trabajar a mí, sin horquillas, sin lacas, textura, trabajo manual. Es de locos lo sé, pero solo tocando el cabello consigo hablar con él, me dice hacia dónde quiere moverse y yo le hago caso, así de sencillo. Su maquillaje, basta con cambiar los ojos para cambiar por completo el resultado final. No deja de sorprenderme la magia del color.

  • E: ¿CÓMO ELIGES EL COLOR DE TUS LUCES?, ¿INFLUYE EL MAQUILLAJE, EL ROSTRO, ES INSTINTO?
  • G: Para esta sesión he jugado con diferentes iluminaciones, en intensidad y en color. En este caso en concreto, la luz está elegida en función del color dominante en el maquillaje, siempre teniendo claro que iba a funcionar con Tamara, por supuesto.

TAMARA EN ANALÓGICO. Me rindo, tengo que rendirme ante esta imagen que os muestro a continuación. Poder constatar todo lo que has experimentado e investigado por tu cuenta es una maravilla y, honestamente, esto es un FOTÓN en toda regla, y fue fruto de un único disparo tomado en cuestión de un instante. Si, yo sé que las luces del maquillaje son más fuertes bajo una cámara analógica, que se merienda los colores, pero no los subtonos ni los nacarados, al contrario, los sube. Eso lo sé, lo que no sabía era que Gimena me brindaría la increíble oportunidad de materializarlo en la misma sesión, a través de esta increíble imagen. Aquí va.

  • E: ¿CÓMO?, DICÚLPAME, PERO NO SE ME OCURRE OTRA FORMA DE PREGUNTARTE, ¿CÓMO SE CONSIGUE ESTA IMAGEN EN ANALÓGICO?
  • G: Para esta parte de la sesión disparé un único carrete de 12 fotos con mi vieja compañera de batallas, mi Hasselbland 500C, que me hace estos maravillosos regalos. Para ese tipo de foto no hay opción, todo tiene que estar en su sitio. Tienes que mirar y esperar hasta ver el instante y entonces disparas. En esta foto he combinado ese disparo analógico con técnicas digitales, pues una vez revelado el carrete, fue digitalizado. A partir de ahí he procesado la foto y retocado justo lo necesario. Porque en una sesión de fotografía Beauty como esta, el fin es la belleza.

Más imágenes en analógico para disfrutar, para paladear con tiempo.

Y ahora os dejo con los momentos previos, fotografías que me encantan (la mascarilla no, pero no es culpa de nadie, y he decidido entenderla como testimonio de un presente que espero sea pronto pasado). Porque Gimena se mueve en todos los terrenos, os lo puedo prometer. He trabajado con ella en Bodas, en Textil, en Joyería, en Beauty… y siempre “se sale”, lejos de perder fuelle, crece con los años y pule detalles hasta que, desde fuera, parezca que tomar una imagen perfecta sea lo más sencillo del mundo. Ese es otro sello que casi todos los grandes comparten, hacen que lo complejo parezca fácil.

  • E: EN UNA SESIÓN DE RETRATO COMO ESTA, ¿QUÉ TE AYUDA Y QUE TE PERJUCIDA A LA HORA DE TRABAJAR CÓMODA?
  • G: Me ayuda muchísimo poder trabajar con calma para poder disfrutar al máximo. Siempre movida por el reto de que cada foto sea mejor que la anterior, porque siempre, siempre, se puede y se debe mejorar. Valoro mucho que se confíe en mi experiencia y en mi trabajo, me refiero a esas ocasiones en las que los criterios vienen del desconocimiento, porque hacer una fotografía no es tener un móvil con cámara, la simple visión de las cosas que te aporta un objetivo es muy diferente y muy personal. Si cada miembro del equipo hace su trabajo, el resultado saldrá bien.

Vivo en ese pequeño y privilegiado país habitado por quienes trabajamos en algo que nos emociona. Gracias. Siendo conscientes de que el mundo de la estética, el maquillaje, la moda, se mueven a un ritmo de vértigo, las tendencias cambian y hay que conocerlas. Vivimos en un momento en el que el uso del color se ha impuesto, pero esas tendencias nunca pueden eliminar quién eres, porque esa manera de trabajar permanecerá cuando la tendencia cambie de nuevo, que lo hará. Por eso, este uso personal de los colores. Hemos querido crear un trabajo que, a pesar del juego, no muera con el tiempo.

Eva Villamar – Maquilladora que escribe

Maquillajes y Peinado, yo misma: Eva Villamar

Fotografía, edición y estilismo: Gimena Berenguer

Modelo: Tamara

Eva Villamar

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