Tania Villamarín, qué comience la función

PERSONAJES…

«¿Sientes? No siempre. En ocasiones el mundo parece derrumbarse a mis pies y apenas soy capaz de abrir los ojos, mis pestañas pesan, quizá sean mis pensamientos. Y mi piel choca contra la realidad. Choca contra las ventanas enrejadas de una fantasía que se dibuja perversa y malévola. La sensibilidad se ha convertido en la fragilidad de nuestros tiempos. Y ser frágil es ser valiente. El futuro. Ir y venir, sin propósito. Pero yo no. Porque yo si.

Por eso pequeñas piedras se van cayendo sobre el asfalto evaporándose al instante, desprendidas de cualquier tejado, de cualquier rincón. Este no es mi lugar y mi lugar no es ningún otro. A qué lado de la orilla estás tú. Yo tampoco lo sé. Sé. No. Tampoco es eso. Silencios con más sentidos que miles de palabras. Ausencias que liberan, presencias que sobran. Presencias. Caen como losas de granito sobre el alma mientras esta se desparrama licuada sobre el suelo. Presencias que flotan. Presencias. Alimentadas de aires y verdades, demasiado honestas como para dejarse ver fácilmente.

Me quedo quieta y observo, la belleza en un rostro. Un rostro hermoso es un rostro valiente. Sentir es de valientes. Sentir es verdad. Querer sentir es mentira. Hay realidades que se alimentan de mentiras, porque fingen existir. Yo no. PERSONAJES. Todos son ciertos. Nacen de mí. De mis pies, de mi pelo, de mi pecho, de mi vientre, de mi risa, de mi boca inquieta, de mi mente soñadora, de mis manos indomables. Son mi piel a tiras. Personajes. Hijos. Se forman con pedazos de cada día, con fragmentos de cada agonía, de cada resurrección.

Resurgir a la vida es dejar de preguntar. Es simplemente vivir, pero de verdad. Paradoja. Ir y venir sin propósito, no. No, rotundo. Pánico a la inercia más allá de su necesidad mecánica. Pánico al piloto automático. Pasar por encima de la vida, no. Pánico. Ese es el verdadero miedo escénico, no tener nada que contar. Pero si hay vida hay historias, hay músculo para mover las piernas y las ganas. Reviso mis motivos cada segundo, busco, olfateo, huelo, toco, siento. Vida.

Yo. Ellos. Esos que nacen de mí. Personajes. Mucho más que eso. Siempre hay un poco de yo en ellos, y de ti en todos, todos somos uno. Te reflejas en lo que cuento, cuento lo que ves. Un espejo. Es inevitable. Impronta. Tan solo tenemos que mirarnos, con honestidad, mirarnos, sin nada más, con la vana esperanza de dejar alguna huella en el camino de la memoria. Gestos. Palabras. Momentos. Personajes. Entiendes, porque entender es sentir. Sientes, porque sentir es vivir. Ahora escucha o, simplemente, observa, tengo algo que contar, y será cierto. Esta es mi realidad.»

Eva Villamar

GRATITUD. No pasa un solo día en el que no vuelva a experimentar fortuna por lo mucho que disfruto de mi trabajo. Siempre termino con la misma conclusión, me quedo con las personas. Y maquillar a la actriz Tania Villamarín resultó un verdadero lujo, sus rasgos pura inspiración, trabajar la piel para que pudiera funcionar en vídeo y en foto, para la cámara de mi más que querida y admirada Gimena Berenguer.

Si, un lujo de trabajo, se mire por dónde se mire. A pesar del increíble resultado que estáis viendo, porque estoy enamorada de estas imágenes, de la carga emocional de su mirada, tan bien atrapada por esa cámara que sabe esperar el momento perfecto. A pesar de todo, me quedo con las personas. Ellas, las dos, personas sinceras y limpias que comparten tiempo. Porque vivimos momentos en los que el tiempo no se comparte, se roba. Cuando se comparte es alimento. Así que gracias, Tania, por dejarme potenciar tus rasgos, fascinantes, dejando que ellos cuenten lo que quieran contar. Espero haber estado a la altura. Qué comience la función.

Eva Villamar

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