Cuando la serenidad es belleza, Gabriela

La mañana amenazaba lluvia. Desde la ventana de la habitación, el mar estaba revuelto, como si quisiera mostrar esa clase de sonrisa picarona de quién se sabe agitado por los buenos sentimientos. Un delicado vestido blanco esperaba, compañero de un abrigo inolvidable. Cada detalle escogido para el gran día daba fe de un gusto exquisito. “Voy a llevar el pelo suelto”, habían sido sus palabras. Una onda creada para parecer suya, un maquillaje cómplice de su belleza natural. Gabriela había decidido para su gran día ser más ella que nunca. Y, entre pinceles y risas a medio despertar, comenzó el día. Esas primeras horas en las que el tiempo parece derretirse entre las ilusiones y el aroma a café.

En medio de las horas llegó la cámara, con ganas de contar una historia como debe ser contada. Entre gestos robados se hacía hueco una cámara analógica, y su deliciosa manera de detener el tiempo. La protagonista era ella y estaba radiante. Gabriela.

Terminamos su maquillaje, se vistió de Novia, en manos de su madre, espléndida mujer, y salió de la habitación portando su propia luz. Sencillamente magnífica. Gabriela es una de esas novias que se graban en la retina; su originalidad nace de su forma de ser y de sentir. Un vestido, unos zapatos, un ramo, todo único, su serenidad. Pero, dejemos que lo cuenten las imágenes, ahora que mis pinceles y cepillos descansan, ella es, por derecho propio, la gran protagonista de esta hermosa historia, una historia de amor.

“Miro tus ojos cada mañana como si fuera la primera vez. Permito que la sorpresa me invada el alma, la sorpresa de haberte encontrado. Y recuerdo que encajamos, como piezas de un puzle antes incompleto. Tu rostro es mi espejo y mis latidos le pertenecen a tu corazón, porque cada paso en mi camino es ya sobre tus huellas, como si nuestros destinos se hubieran unido en un solo sendero. Y ese sendero es nuestra vida juntos, quiero pasar el resto de mi vida a tu lado, quiero casarme contigo.

Porque quiero ese despertar, ese sueño ligero entre risas, esas noches robadas al tiempo. Porque quiero descubrir tus secretos, esos que hasta tú ignoras, y adorar tus defectos, y admirar tus virtudes, sin poder distinguirlos, son parte de ti, ahora de mí. Porque así me siento, incapaz de distinguir dónde empieza tu alma y dónde termina mi cuerpo.

Quiero casarme contigo, quiero hacerte feliz, quiero lavarle la cara al tiempo y que veas siempre fresco, como si cada día estuviéramos de estreno, un nuevo comienzo, un nuevo sentimiento, sin permitir el hastío, alejando el aburrimiento, convirtiendo lo cotidiano en un acontecimiento. Todo es poco para hacer de tu vida un cuento.

Una historia de amor, que hermoso pensamiento. El sentido de las cosas, el verdadero comienzo. Hasta que te conocí, solo estaba preparando el terreno, para cuando tú llegaras y posaras tu rostro sobre mi pecho, y mi corazón comenzara a latir de nuevo, en realidad, por primera vez, estaba dormido, en realidad. Y tu sonrisa llegó para quedarse, para cambiarme la vida.

Y me quiero quedar, en tu mundo, en tu piel. Quiero que te quedes también, entre los dos crearemos una fortaleza inexpugnable en la que mantener a salvo lo que tenemos. Las ganas de compartir, de crecer juntos, de sentir; las ganas de vivir. Cásate conmigo y prometo recordarte cada día que tú y solo tú, eres lo que más quiero.”

Eva Villamar – maquilladora que escribe

Gracias hermosa mujer por cada uno de los momentos que compartimos, tu compañía siempre es, sencillamente, una delicia. Guardaré en mi memoria tu cariño, el de tu estupenda madre, junto con la alegría de saber que fuiste feliz el día de tu Boda.

Cuidamos de ella:

  • Maquillaje y peinado míos: Eva Villamar
  • Fotografía analógica y digital: Lazaro Aznar Weddings
  • Vestido: Calvente Atelier
  • Ramo: La Bendita Flor
  • Lugar: Quinta Canaima

Eva Villamar

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