Fátima, la belleza de la ilusión

Mi trabajo de maquillaje y peinado para Fátima, y mi forma de contarlo…

«Es curioso como la ilusión es capaz de dibujar líneas nuevas en el rostro de quien la siente y, por obra de un maravilloso contagio, también en el rostro de quién la contempla. Es especial su manera de moverse, esa ilusión parece querer infundir cierto grado de temor, pues aterriza en nuestras vidas para revolverlo todo, para poner patas arriba la tan compasiva monotonía. Y es que esa ilusión, esa juguetona emoción, es de naturaleza revolucionaria.

Porque toda nueva empresa asusta, los cambios asustan, todo aquello que se escape de nuestro control se traducirá en incertidumbre, sintiéndonos incapaces de vislumbrar un futuro alejado de cualquier mal augurio. Es entonces cuando esa ilusión reaparece en escena para mostrar su verdadero y hermoso semblante, para hacernos comprender su misión, comportarse como un verdadero muro de contención contra todo mal presente y futuro. Porque ella tiene esa capacidad, la de alejar todos los males, contener presagios y pesares, impedir que nuestra presa cotidiana se desborde y, de hacerlo, que sea por alegrías imposibles de controlar. Bendita ilusión. Una vez comprendida, solo resta rendirse ante ella.

Ella se rindió, a esa su ilusión, a sus temores, dejándose caer sobre el lecho de su inmensa alegría. Ella decidió que la vida tenía sentido únicamente cuando era vivida de verdad, no quedando más remedio para conseguirlo que confiar. Confiar ciegamente. En él, en si misma, confiar en los dos. Hermosa aquella frase que Neruda escribió: “el amor es eterno mientras dura”, para recordarnos el significado de un «para siempre».

Pues lo más absurdo es preguntarse hasta cuándo, cómo, o por qué. La emoción con mayúsculas solo adquiere su máxima expresión cuando es paladeada en el efímero instante de su existencia. Un instante minúsculo, apenas un susurro, que se escapará sin ser visto ante quién no preste atención. Es la belleza de una flor que habrá de marchitarse, de una copa de vino que se termina, de una mirada que no se repetirá. La belleza es frágil y, por ello, extraordinaria. Si, porque nunca es más fuerte al alma que cuando está enamorada. El suelo rocoso se ablanda bajo el caminar seguro, el viento se torna brisa, los enemigos huyen y la vida, de golpe, grita y se muestra transparente, sublime, sencilla.

Si, ella se rindió, al amor. Al sentido y al sentir. Al delicioso riesgo de lo valioso, a la verdad de lo magnífico. A la única razón de ser. Entendió que un solo minuto de amor generoso atesoraba más valía que toda una vida a la deriva. Les permitió a sus sentidos descubrir, por primera vez, el sabor de la sencilla armonía que nace de ocupar el sitio justo en el momento correcto. Comprendió, que aquel instante de su vida, sin lugar a dudas, era un instante perfecto.

Y mientras el sol acariciaba su pelo y rozaba suavemente la luz de sus mejillas, vistió su esperanza de telas ligeras, se rodeó de flores con aroma a primavera y sonrió. Si, sobre su rostro se dibujó una sonrisa tranquila, al tiempo que la emoción humedecía sus ojos, mientras los abrazos compartidos hacían crecer las almas entrelazadas. Porque en un día puede transcurrir toda una vida, y empezar otra. Una nueva, una compartida. Ella y él. Y su ilusión.»

Eva Villamar – Maquilladora que escribe

Fátima es un alma bonita, rebosa dulzura y sensibilidad. Y yo estuve con ella. Gracias, de corazón Fátima, por confiar en mí. Peinar tu larga melena en ese moño delicado que luego se pudiera liberar resultó un reto, no lo negaré, pero muy disfrutado. Mi maquillaje para ti tan solo tenía que mostrar tu belleza y la luz, siempre la luz. Atesoro recuerdos y ahora buenos propósitos, para ti, para los dos. Gracias.

Cuidamos de ella:

Eva Villamar

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