Es fácil imaginar a una Novia sonriente, es el día de su Boda, es un día feliz. Pero la sonrisa de Lydia va más allá, porque jamás, jamás, abandona su rostro. Y lo más bonito es que es una de esas pocas personas que, en cada carcajada, puedes escuchar que es su corazón mismo el que se alegra. Y así, con total confianza y nobleza, te lo regala. Porque estar con ella es un regalo, y estar a su lado el día de su Boda, un absoluto privilegio que nunca olvidaré. Entre familia y amigos con las mismas ganas de cariños y recuerdos, entre copas adelantadas y nervios, así transcurrió ese día. Un día perfecto.
Me pasa siempre que conozco a la Novia, y al Novio no, imagino que si, que ha sucedido el maravilloso milagro de encontrarse en el camino, el increíble prodigio de la complicidad más espontánea. Imagino un puzzle completado por dos piezas que ensamblan a la perfección sin modificar su forma, sin dejar de ser. Lo hago, porque quiero eso para mi Novia. Y mi Novia era Lydia, su ternura y su dulzura merecían un príncipe en toda regla, no para rescatarla, sino para caminar a su lado, y sumar. Porque cuándo es esa persona especial, esa persona suma, suma experiencias, suma vida, suma amor. Eso quería para mi Lydia. Y Jose estaba esperando.
Esperaba con los dientes apretados a verla llegar. El tiempo parece detenerse cuando tienes prisa por besar los labios que más quieres, por desaparecer del mundo cotidiano y perderte en el universo de los sentidos. Solo dos.
Y sus ojos se buscaron, necesitaban verse, comprobar lo inevitable, que habían llegado para quedarse, que habían elegido adorarse, que el peor silencio era su ausencia y que el hogar eran sus brazos. Y encontraron sus sonrisas y sus emociones, sobre la piel y sobre la voz. Dos anillos sellaban el pacto, un pacto privado, eterno y sencillo. Si la vida nos ha juntado, quienes somos nosotros para separarnos.
Pero es tanto sentimiento junto en tan poco tiempo que parece faltar el aliento. Tomarse un respiro, un momento, a solas… ahora que nadie nos ve, que nadie nos oye, necesito saber… cerremos los ojos y hablemos a la vez… Siempre te amaré.
Eva Villamar – Maquilladora Profesional
Gracias, una y mil veces, querida Lydia por confiar en mi, por abrirme las puertas de tu casa, por regalarme ese corazón en forma de sonrisa, por ser maravillosa. ¡Sed felices!
- Maquillaje y Peluquería y texto: Eva Villamar (mi otro blog: Bodas Coruña)
- Fotografía: Daniel y Raquel
- Vestido: Rosa Clará
- Tocado: Creartetanto
- Lugar: El Pantano
- Oficiantes: Marilé Eventos
- Ramo y arreglos florales: Floricultores Hermanos Teijo