Una hermosa Boda entre bosques, MIMESIS

Mientras el sol entra por mi ventana yo cierro los ojos y vuelvo a los tuyos, solo así puedo despertar. Mi mano sujeta la taza del café mientras el teléfono sigue mudo. Me has dicho que hoy sería un día diferente, que tenías algo que contarme, que pasaríamos el día fuera, en el campo, en nuestro campo, nuestros bosques. Árboles ancianos que tantos secretos han ido guardando entre sus ramas. ¿Recuerdas?, nuestro primer beso, no tenía ni idea de que la vida tuviera ese sabor, el sabor de tus labios. El teléfono sigue sin sonar. Iremos a la vieja casa, aquella ruina que nadie recuerda y que convertimos en nuestro escondite, en nuestro castillo, nuestra fortaleza. Nadie podía encontrarnos, nadie podía robarnos nuestros momentos. Gritaban tus padres y los míos que aquello era una locura, ¿lo recuerdas?, primero los estudios, primero la vida, decían, pero si la vida eras tú, nosotros. Al final entendieron o cedieron, qué más da. Ahora ya eres un hombre, dice mi madre, creo que lo dice por lo alto que eres. Maldito teléfono. Ya está, vienes a buscarme. Tejanos, recogido sencillo y algo de carmín. Te gusto así, me dices, de cualquier forma, me dices. Estoy nerviosa.

Estoy nervioso. Ella lo es todo, esa es una frase muy pequeña. El sol vive en su piel y el mar en sus ojos. Mi voz solo sirve para algo cuando pronuncio su nombre y me siento inmenso y pequeño, inmenso por tenerla, pequeño por temor a perderla. Recuerdo sus rizos rubios enredados entre las zarzas, cuando la besé siendo casi niños. Crecí a su lado, crecí para estar a su lado, esa es mi certeza. Tengo la sensación de que se me olvida algo, llevo mucho tiempo preparando este momento. Ya está de mi mano, ya está. Sigue oliendo a primavera.

Sigue oliendo a verano. Su espalda huele a mar, mar gallego, como los bosques que nos rodean, como las olas que le gusta atrapar. No puedo más que abrazarlo al ver todo lo que ha preparado, sabe lo mucho que me gustan los desayunos y el bosque. Un viejo tronco cortado nos sirve de mesa, frutas de colores, pasteles y té, como en un cuento, como en el País de las Maravillas. Me dejo caer sobre su pecho, es mi hueco, me dejo caer. Tengo sueño…

Nuestro castillo está lleno de flores de mil colores, has colgado telas de los viejos marcos de puertas y ventanas, hasta has desplegado alfombras por el destartalado suelo, alfombras mágicas, me has dicho, para que vueles pequeña, me has dicho. Me llamas así, pequeña, desde siempre, y lo adoro. Me dices que debo bajar al sótano, tú me esperas arriba, no hay prisa, esperarás, siempre, esperarás. La lluvia nos ha dado una tregua y el sol se cuela por donde puede iluminando desconchados rincones como si fueran piedras preciosas. Y en uno de esos rincones un espejo, lo reconozco, tu tía se enfadará. ¡No me lo puedo creer! ¡Te acordaste! Te acordaste del vestido que mi abuela usó en su boda, ese vestido excéntrico para su época, lleno de flores bordadas a mano, tejidas en lugares en dónde la seda no era un lujo, el raso sigue intacto, el encaje está perfecto, has debido restaurarlo. Es una maravilla. Y los zapatos, los que te enseñé en aquel escaparate de la Calle Real. Mis anillos, hasta un cepillo y mi neceser de maquillaje y una nota: “perfume no uses, por favor, quiero oler la primavera”, y yo el invierno. Tu espalda y mi piel hace tiempo que se entienden bien. Mejor el pelo suelto, solo alguna pequeña trenza, un maquillaje suave, con brillo en los labios y colorete. El vestido es maravilloso y yo soy feliz, tanto que necesito sentarme.

Se levanta una ligera brisa, abanica los árboles que susurran historias de amor vividas en otro tiempo, ¿serían tan hermosas como la nuestra? Estás más guapo que nunca, más alto que nunca, te quiero más que nunca. Te sientas a mirar como dejo que el viento juegue con mi vestido, y me parece escuchar lejana la risa de mi abuela. Si, seguro que ella también sentía explotar su pecho cuando lo llevó puesto. Ven a mi lado, ya no aguanto más sin estar entre tus brazos. Estás muy serio y traes algo en la mano. Me pides silencio, me pides un momento, te noto tenso, estás sudando, te tiembla la mano. Me entregas una cajita, preciosa, de cristal, cierras los ojos, creo que hasta has dejado de respirar. Suenan las hojas y la tierra, suenan los recuerdos y las ansias nuevas. Suena el silencio de tu ronca voz. Abro la caja y una cinta que espera a ser leída habla de amor.

Si, una y mil veces, si. Me casaré contigo porque ya estamos casados en realidad, porque no soy capaz de recordar el primer instante en el que te vi, crecí contigo, mi vida creció contigo y así tiene que seguir. Si, porque existo en tu boca y en tus manos, porque mi casa es tu pecho, porque mi cuerpo es tu cuerpo. Si, porque eres mi amigo, porque espantas mis temores y me haces fuerte, porque me enseñaste que podía con el mundo, yo sola, podía y puedo. Si, porque eres mi mejor espejo, porque siempre que te miro me devuelves la mejor imagen de mí misma, la verdadera. Si, porque siento que vuelo, que tengo alas, que el mundo es mío y no tiene final. Si, porque la muerte no existe, y mi destino lleva escrito tu nombre. Si.

Mi corazón sigue latiendo mientras el sol se va cansando y se apaga muy despacio. Desapareces unos instantes, esta vez no espero sola, esta vez suena la música del viejo gramófono que te regaló mi abuela, lo has traído, y sus discos, música lenta, para bailar lento me dices, como debe ser hoy, me dices.

Y regreso al sótano, a mi vestidor particular. Me pides algo de tiempo, tienes que terminar de preparar un par de cosas. Un baúl me espera y entre papel de seda dormita un segundo vestido, aquel vestido de novia que un día te dibujé entre garabatos y risas, aquel que te conté sería el vestido de novia de mis sueños, con el lazo de terciopelo granate, cómo es posible que puedas acordarte. Esta vez los zapatos son altos, con una nota en la caja: “para que sea más fácil besarte”. Y ya que vas a besarme me pintaré los labios bien fuertes, del color del lazo, y ataré mi cabello en mil trenzas para que puedas oler mi cuello, mientras bailamos, mientras nos casamos. Esto no puede estar pasando.

Te has puesta serio, te has peinado, has construido un altar de ramas y flores, velas y emociones. Has llenado la mesa de dulces tentaciones, coronada por una tarta digna de reyes. La vajilla de tu familia, esa antigua, la más bonita. “Todo como te gusta, pequeña”, me dices y me tomas de la cintura y mis pies se pierden entre la música y tus besos. Tienes un regalo más, un ramo, mi ramo de Novia, por eso tardabas, por eso caminabas entre el verde, para encontrar las flores y los colores y atarlos para siempre a nuestra memoria. El más hermoso ramo de novia.

Camino nerviosa una y otra vez, ¿te gustará mi peinado?, no dejas de tocarlo, ni de tocar mis labios. Miramos hacia el mismo lugar, nos movemos igual, el tiempo se ha detenido y no quiero terminar. El día quiere marcharse, dame algo de tiempo, un poco más. Entre velas me prometes la eternidad. Que la llama que nos da calor nunca se apagará. Que tu abrazo siempre será mi refugio y mi vientre nuestro futuro. La vida se dibuja larga y hermosa, como este día, el día de nuestra Boda.

“Pequeña, te has dormido”. Tus palabras me despiertan del más hermoso de los sueños, miro a mi alrededor, mis vaqueros me confirman que todo ha sido eso, un sueño. Pero no importa, porque estoy a tu lado, ya llegará el momento de nuestra Boda, si es que llega, es lo de menos. Así que me relajo y me acomodo de nuevo, pero tú me levantas, con prisa porque la lluvia amenaza, y me llevas hacia la casa, hacia nuestro castillo. Te has puesto nervioso y serio, observo y te miro y, de refilón, veo algo que desprende un hermoso brillo, es una preciosa caja de cristal que esconde un suspiro.

FIN

Eva Villamar

Esta historia de amor, esta Editorial de Boda en Galicia, tuvo lugar en un marco único, un antiguo hospital en Cesuras (Coruña), lleno de vida y de memoria. Tuve en placer y la fortuna de formar parte de un equipo maravilloso, inmejorable, que ahora os detallo, segura que será de vuestro interés. En un siguiente post subiré el maravilloso vídeo que cuenta en movimiento esta historia, seguid pendientes! Gracias!

  • Video: VPV Wedings
  • Fotografía: Carmen Grandal
  • Maquillaje y peluquería (míos): Eva Villamar
  • Vestido: Laura Escribano
  • Cinturón Vestido Cesuras: Olga Vallecillos
  • Flores Vestido Mímesis: El Laureiro
  • Modelo chica: Mencía de New Models Galicia
  • Modelo chico: Pablo de Small Big Models
  • Tocado Novia: Tiarará
  • Zapatos Novia: Clara Rosón
  • Decoración: Minimú Atelier
  • Flores y Ramo de Novia: Si Quiero Tulipán
  • Pastelería y tarta Nupcial: Enza di Piazza Bakery
  • Mobiliario: Mamanoalla
  • Lettering: The Inked Hand

 

 

Eva Villamar

2 comentarios en “Una hermosa Boda entre bosques, MIMESIS”

  1. Madre mía, Eva, ¡qué cosa tan preciosa! Original, romántica hasta decir basta, cuidados hasta los más mínimos detalles. Fotos impresionantes, los novios, adorables.Ha sido una presentación FANTÁSTICA. Y digo presentación porque eso ha sido para mí, una presentación de una vida maravillosa, de una historia preciosa. Y el texto, como siempre…sin palabras, ya lo expresas tú todo. GRACIAS.

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